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TERRITORIOS BALDÍOS

TERRITORIOS BALDÍOS


¿Quién escucha del otro lado?
Darío Fritz
Eso de la democratización de la lectura es algo bastante nuevo. Nuevo en términos históricos. Hace un siglo se comenzaba a esbozar el acercamiento de más sectores de la población al diarismo, las revistas, los libros. La alfabetización incipiente, los costos altos o la distribución dificultosa de publicaciones fuera de los centros urbanos, colocaban serios palos a la rueda de aprendizajes y conocimientos. La tecnología contribuyó a dar vuelta aquella página negativa. Si la imprenta había revolucionado el acceso al saber, situado en principios entre paredes frías y altas de monasterios, el linotipo amplificó el proceso. En 1899 cuando se instalaron por primera vez en México, el marketing de entonces decía que se obtendrían textos de mayor calidad y producción, sus trabajadores serían ya personal calificado -aunque se reducía la mano de obra- y hasta más limpio —hoy diríamos ecológico — porque la carga de tinta era menor al momento de manipular el papel para la lectura.
El trabajo del linotipista era de una sencillez abrumadora como en años posteriores lo sería el de las secretarias de oficinas que preparaban textos para sus jefes: capturar la información que otros escribían para ayudar en el proceso de impresión que hasta entonces se hacía a mano. Los linotipistas no intervenían en nada en los contenidos, más que en reproducirlos. Por entonces se ajustaban a la ley mordaza que impedía la crítica.
Aquello de los linotipistas no se diferencia demasiado del presente. La pose de unos de ellos en el trabajo podía ser similar a la que tenemos hoy con los dispositivos electrónicos -celulares, tabletas, computadoras-, la manera de escribir se mantiene inalterable y hasta en los contenidos estamos sujetos a imposiciones ajenas. El texto impreso pasa por malas horas para su consumo, pero podemos comentar, opinar, divergir, gritar u odiar desde el anonimato digital. Una libertad de todos modos acotada. Vivimos en nichos, aunque creamos lo contrario. Con tanta operación de algoritmos —amplificador de preferencias, sentimientos y sesgos de la sociedad, en palabras de la especialista en medios Elena Herrero-Beaumont —, la repercusión de lo que decimos en el mundo digital es mínima. Se imponen escasas voces, las que propalan su discurso con base en falsedades, inversión de dinero para promocionarse o escandalizar.
El algoritmo que trabaja sobre la atracción de tipos específicos de información que nos interesan, se acerca a aquellas políticas de censura durante el despuntar de los linotipos. Captan nuestro interés en los pequeños mundos en los que nos movemos y sobre eso nos abruman con lecturas y productos para la venta, pero nunca alientan a ver lo diferente y desconocido, mucho menos a encender el espíritu crítico que tanta falta hace.
Atados a los textos de otros, tal cual le ocurría a los linotipistas, estamos a expensas de las imposiciones algorítmicas de los Musk y Zuckerberg, basadas en las emociones del usuario y su necesidad de ver y oír sólo aquello en cuya narrativa coincide, y por lo tanto presa dócil de la mentira. De eso se vale también para gobernar, y no sólo entre los más conservadores y retrógrados. Los desprecios gubernamentales hacia los medios tradicionales, capaces de desenmascarar la fake news y mostrar las tropelías del poder, explican su apuesta por desligitimarlos y quitarles credibilidad.
La tecnología no es un fin en sí mismo, importa para qué se la use. Los linotipistas no alimentaban la libertad de expresión —lo más posible es que ni les interesaba — como tampoco argumentar, opinar o informar en el mundo digital actual, supuestamente abierto, implica que alguien nos ponga atención. Resulta paradójico, la información no llega.
@dariofritz.bsky.social

Darío Fritz
Darío Fritz es periodista, editor y profesor de periodismo. Autor de “Con la muerte en el bolsillo” (Ed. Planeta) y en “El libro rojo” III (FCE).

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Sobre la autora

Araceli Domínguez

Productora Ejecutiva de Voces Ecológicas de la Frontera.
Periodista profesional con estudios de educación ambiental en CETYS Universidad y Fundación PROBEA
Diplomada en Derechos Humanos
Imparte cursos de educación ambiental, cultura del agua, la carta de la tierra, reciclaje, derechos humanos, libertad de expresión y análisis de riesgo.