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Territorios Baldíos

Territorios Baldíos


Si no se nombra, no existe
Darío Fritz
Checa, verifica y luego pública. Es una máxima irrefutable del periodismo. Cómo aquella contraria que advierte no quedarnos con la primera información que disponemos. El urólogo analiza que la capacidad residual de orina de un paciente está en el 30 por ciento y que la próstata ha incrementado su tamaño y concluye que se requiere intervención quirúrgica. Un segundo urólogo examina el cuerpo, además de los estudios, y encuentra una hernia inguinal. Hay tratamiento, pero no intervención quirúrgica inmediata. Las miradas superficiales, en el periodismo como en la medicina, llevan a errores que en el caso de la información se exacerba en la fake news y el triunfo de los profesionales de la mentira —migración es sinónimo de delincuencia — o que lleva a duras pérdidas económicas o de vidas como en la medicina. Si lo espejeamos con la inseguridad, nos encontramos con situaciones similares.
Tres sexenios atrás se refería al efecto cucaracha para describir la política de seguridad que atacaba en puntos específicos y hacía que los criminales escaparan con la violencia hacia otros lugares. Hoy la violencia se focaliza en Sinaloa y las miradas y estrategias de contención se direccionan hacia allí, aunque en ciudades de Tabasco los médicos tienen terror de salir de sus guardias a las once de la noche y los taxis ya no circulan a esa hora hasta el amanecer. Sus números, que no se visibilizan como las disputas sinaloenses, dicen que en algunos días, como el pasado domingo, salta al primer lugar del país entre los delitos dolosos y su escalada de criminalidad ya se ubica a niveles similares a los que tenía en 2019. ¿Qué hay detrás de ello? La disputa entre cuatro grupos del narcotráfico por el huachicoleo, tráfico de drogas y tráfico o extorsión de migrantes, apunta el investigador Víctor Manuel Sánchez Valdés. En voz de los empresarios, el Inegi ha constatado que en 2023 fue el segundo estado más inseguro.
La inseguridad tampoco se halla visible, más allá de casos puntuales, cuando se trata de ver los ataques extorsivos y físicos sobre el mundo de la fe religiosa. Desde 2018, 10 sacerdotes han sido asesinados y otros 10 violentados (sacerdotes y religiosos), 26 templos por semana profanados, atacados o asaltados, dos sacerdotes desaparecidos (2012 y 2013) y un registro de cerca de 900 extorsiones y amenazas contra miembros de la iglesia católica. El estudio del Centro Católico Multimedial que ha dado a conocer estos datos, dice que 21% de las agresiones a sitios religiosos se relaciona con el robo exprés de objetos religiosos a menor escala y de escaso valor, 42% lo cometen profesionales del crimen organizado especializados en el robo de arte sacro y 37% grupos que atacan por intolerancia y discriminación religiosa. La tendencia, advierte, indica que 12% de once mil recintos sagrados —ermitas, oratorios y grandes templos— son profanados. Los números pueden considerarse parciales, la cifra negra —denuncias no presentadas ante ministerios públicos — son superiores. “El Estado ha dejado de hacer”, analiza el estudio, y un “binomio destructivo” se impone: impunidad y corrupción.
El Inegi aporta otros números también, acentuando en las víctimas empresariales que trae aparejada la violencia: 27.2% de los negocios (1.3 millones, en su mayoría comercios, manufacturas y servicios) fueron víctima de ataques en 2023, pero no lo fueron por una sola vez, sino que el promedio alcanza a 2.2 delitos por cada uno (extorsión, robo y asalto de mercancía, dinero, insumos o bienes, en su mayoría). Tampoco entre los pequeños, medianos y grandes comerciantes y empresarios hay interés en denunciarlo -la cifra es algo similar a la de 2021-, en 2.6 millones de los delitos (90.3%) prefirieron que no se dieran a conocer. ¿Cuál es el costo? 124.3 mil millones de pesos (0.51% del Producto Interno Bruto), expone el Inegi. Cada comercio o empresa víctima de la violencia, dice, perdió 54,451 pesos, entre gastos en medidas de protección y por el delito sufrido.
Sinaloa o Tabasco, entre sacerdotes o comerciantes. Las víctimas están. El Centro Católico Multimedial advierte, siguiendo el adagio: “Si no se nombra, no existe”.
@dariofritz.bsky.social

Darío Fritz
Darío Fritz es periodista, editor y profesor de periodismo. Autor de “Con la muerte en el bolsillo” (Ed. Planeta) y en “El libro rojo” III (FCE).

Sobre la autora

Araceli Domínguez

Productora Ejecutiva de Voces Ecológicas de la Frontera.
Periodista profesional con estudios de educación ambiental en CETYS Universidad y Fundación PROBEA
Diplomada en Derechos Humanos
Imparte cursos de educación ambiental, cultura del agua, la carta de la tierra, reciclaje, derechos humanos, libertad de expresión y análisis de riesgo.