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La Montaña

La Montaña


LO QUE ESPERAMOS EN 2025
Oscar Loza Ochoa

Ningún país, ni siquiera el más grande,
puede intentar resolver sus propios problemas
si antes no se resuelven los que amenazan al sistema global.
Dennis y Donella Meadows

Los números a veces son el temido basilisco de nuestra existencia. Por eso no quiero echar mano de las estadísticas para hablar de la crisis de violencia que nos envuelve desde el pasado 9 de septiembre. La mitología nos habla del peligro de que ese pequeño demonio nos sorprenda en algún rincón de la casa y con ello nos condene a una muerte segura. Las cifras de la violencia nos guiñan maléficamente un ojo y parecen decirnos que estamos condenados a sufrirlas por el resto de nuestras vidas. Esa es la razón para no comentar números y así como mi madre destruía cada diminuto huevo que pusiera alguna de sus gallinas ̶ porque allí se incubaban los basiliscos ̶ también quiero exorcizar los símbolos arábicos que nos dan idea precisa de cómo marchamos en materia de seguridad.

Arribamos a este enigmático 2025 con tantas incertidumbres como en los desesperantes años del Covid-19. Y tantas son que bien haremos en manifestar de manera clara lo que queremos y lo que no queremos de este año que recibimos con cierto recelo. Al manifestarlo quizá no espante las cosas no deseadas y a quienes las generan, pero sí abona en nuestro ánimo para enfrentar lo bueno y lo malo con un espíritu más templado y decidido a ganar las batallas que ya se dibujan en un brumoso y cercano horizonte.

¿Qué queremos para Sinaloa, para su pueblo y para nuestras familias? Que prevalezca el Estado de derecho en primer lugar, pues sin las garantías que le dan cuerpo y esencia al Capítulo I de la Constitución Política Mexicana, es imposible encaminar los pasos hacia el desarrollo y la democracia. Y terriblemente difícil ejercer los derechos de libertad de pensamiento y de publicar y, desde luego, al de estar informado. La vigencia del Estado de derecho debe recordarnos minuto a minuto que la autoridad debe sujetarse estrictamente a lo que establece la Ley. En estos momentos de crisis la dimensión del Estado de derecho debe mantenerse enhiesta, pues cualquier distracción o mala interpretación se resbala hacia el abuso de autoridad y a la violación de derechos humanos.

Queremos que haya paz. Y que esa paz siente sus reales en toda la geografía sinaloense. La paz demanda el respeto a reglas justas de comportamiento y a valores sociales que le dan sustento a nuestras formas de resolver de manera pacífica nuestras diferencias y conflictos. Este 2025 será más exigente con la autoridad y también con la sociedad civil en materia de observar leyes y respeto al derecho a la vida, a no ser desaparecido ni a ser desplazado por razones de violencia.

Queremos transitar en plena libertad por las calles y carreteras de la entidad sin que haya límites por razones de horario o argumentos de miedo por presencia de bandas de delincuentes. No tenemos duda de que en ello va una gran responsabilidad de parte de la autoridad, pues de su acción y vigilancia depende en mucho que los espacios públicos se respeten como lugares de convivencia, de esparcimiento y de hacer deportes por todos ciudadanos. La misma ciudadanía no debe permitir que los parques, jardines, riberas, plazas y parques lineales, queden en el abandono. Son espacios para el arraigo y esparcimiento social. Sí, son nuestro patrimonio.
Queremos que la autoridad civil gobierne Sinaloa. Nos preocupa que en la medida que la presente ola de violencia se prolonga por casi cuatro meses, la presencia de la autoridad militar es cada vez mayor, sin que por ello veamos cerca la solución a la crisis humanitaria que hemos identificado desde hace tiempo. Una de las grandes lecciones de la historia nacional es que ninguna crisis, por profunda y prolongada que sea, debe terminar cediendo el poder, la conducción de los destinos del país o de alguna de sus entidades federativas, a fuerzas o personas que no han sido electas democráticamente.

Queremos una alianza entre autoridad y sociedad civil que imponga la paz y seguridad ciudadana. Desde hace meses hemos venido insistiendo en la gran necesidad de abrir mesa de diálogo entre la autoridad y la sociedad civil. Hasta el día de hoy no se ha valorado lo suficiente esta propuesta, a pesar de los dolores de cabeza que nos deja la crisis de seguridad y de los limitados alcances que las acciones contra ella registramos. Los alcances y los valladares con que nos topamos nos dejan muy claro que, si no hay nuevos elementos en la estrategia que rompan con la situación de estancamiento que vivimos en dicha crisis, el 2025 discurrirá sin mayores cambios. Cosa que quizá soporten algunos sectores de la sociedad, pero no la estructura económica. Para funcionar una economía como la nuestra necesita crecer al 3 por ciento cada año. Con los problemas inherentes y comunes al capitalismo es casi imposible lograrlo y con estos embrollos, con los que ahora lidiamos, el asunto resulta peor.

Queremos que la alianza autoridad-sociedad se concrete, porque no es una opción más ante la crisis, es la alternativa, sin más, frente a la preocupante situación que padecemos. El día 5 de febrero es una fecha adecuada para este planteamiento. Y lo es porque nuestra Constitución Política estará cumpliendo un año más de vida y reclamando su vigencia imprescindible. El reencuentro entre la sociedad civil y la autoridad no dejará de darle mayor presencia a la Carta Magna. Ese reencuentro será el marco ideal para sentar las bases de la paz que tanto busca la sociedad sinaloense. Y con ello se fortalecerán el Estado de derecho, la cultura de los derechos humanos y la paz social. Vale.

www.oscarloza.com
[email protected]
X @Oscar_Loza

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Sobre la autora

Araceli Domínguez

Productora Ejecutiva de Voces Ecológicas de la Frontera.
Periodista profesional con estudios de educación ambiental en CETYS Universidad y Fundación PROBEA
Diplomada en Derechos Humanos
Imparte cursos de educación ambiental, cultura del agua, la carta de la tierra, reciclaje, derechos humanos, libertad de expresión y análisis de riesgo.