UNA VISITA A JESÚS MARÍA
Oscar Loza Ochoa
Se fue Rafael Sánchez y deja un vacío difícil de llenar:
su genio de cartonista y su lealtad de amigo.
Escuchar a los grupos vulnerables no sólo es un deber. Atender a quienes viven en desventaja su ciudadanía es condición sine qua non (sin la cual) para dar un paso en firme en la búsqueda de una sociedad más justa y menos desigual. Verdad más clara en tiempos de emergencia como el actual. Acortar distancias entre las oficinas públicas y las ciudadanas y ciudadanos de a pie, es la primer medida que aconseja la historia, pues la experiencia nos indica que los problemas que alcanzan la categoría de monstruos, solamente podemos enfrentarlos con una sociedad que da confianza y respaldo a su autoridad. Sin ello, las crisis se profundizan y se vuelven longevas.
Y esta segunda semana de trabajo en la Comisión Estatal de los Derechos Humanos fue promover esa proximidad con grupos y comunidades que se reclaman vulnerables y víctimas de violación a sus derechos humanos. El día martes 10 recibimos al grupo Guerreros Azules, que aglutina a policías jubilados y viudas de policía de varios municipios de nuestra entidad. Les informamos que la CEDH ha emitido tres recomendaciones atendiendo a sus respectivas quejas: dos en 2021 y una tercera en 2024, mientras siguen abiertas dos quejas: una en Culiacán y otra en Mazatlán (contra el Ayuntamiento de El Rosario). Fue una reunión muy productiva y en los siguientes días se recibirán nuevas quejas.
El miércoles 12 asistimos a la comunidad de Jesús María. Las razones para asistir a este pueblo sobran a primera vista: ha sufrido dos incursiones armadas por la autoridad federal y con saldos que dejan huellas indelebles para toda la vida. El día 5 de enero de 2023 fue detenido en ese lugar Ovidio Guzmán, con un saldo de diez militares y policías caídos y de 21 civiles. Las cifras por si solas indican las mil cosas que enmarcan los momentos vividos aquella madrugada. El sábado 8 del presente mes, Jesús María vivió otra desmañanada de pesadilla cuando la autoridad federal detuvo a un presunto delincuente. Lo narrado por los vecinos donde se desarrolló la acción rebasa toda imaginación de quienes por fortuna no hemos vivido esas experiencias.
Más allá de los daños materiales que deja esta nueva acción, hay una preocupación por las huellas que la violencia anida en las mentes de los niños y adolescentes de esa comunidad. Nadie quiere ver formarse a una nueva generación que protagonice hechos violentos y ponga de cabeza la tranquilidad y paz que anhela la ciudadanía de nuestra entidad. Y la resignación ante la tesis que sostiene el investigador sinaloense Luis Astorga Almanza no puede ser nuestra divisa: él dice que el futuro que espera a los niños que nacen y crecen en un ambiente de violencia y circulación de drogas, es convertirse en tirador de esas sustancias que agreden la salud de quienes las consumen o terminar de punteros o sicarios. Hagamos todo lo posible por impedir ese infierno.
Por ello priorizamos la visita a todas las escuelas de Jesús María. Estuvimos en su Jardín de Niños, donde la asistencia de alumnos aún no se regularizaba. En el primer año, donde se inscribieron apenas siete niños, la asistencia apenas fue de tres. Allí encontramos a una maestra dedicada a la atención de sus pupilos, luego pasamos a una de las aulas de segundo año y nos tocó ver a un niño muy despierto que tomaba dos piezas de material didáctico y las alineaba entre sus manos como si fuera una arma de fuego y le apuntaba a sus compañeritos.
El trabajo observado en los otros salones de clase de segundo y tercer año, fue de plena integración al trabajo, pero en ellos había una niña que con la presencia de cualquier persona extraña se altera y entra en crisis. Son las secuelas que deja ese entorno modelado por las jornadas preocupantes que ha vivido Jesús María. Las maestras del Kinder, como los mentores de las escuelas primarias, secundaria y preparatoria, cumplen con una misión muy noble: no sólo imparten sus clases, también hacen todo lo posible porque los daños sicológicos que dejan las lamentables jornadas violentas vividas y el entorno especial en que se ubica la comunidad, puedan superarse de la mejor manera posible.
En una de las secundarias nos informan que se han preparado en primeros auxilios y que de manera voluntaria han buscado capacitarse en simulacros sobre desastres naturales y situaciones de emergencia como las ya descritas, con el fin de estar en condiciones de proteger a la población estudiantil, a los padres de familia y al personal docente y administrativo. Pero el clamor en dicha secundaria y en todas las escuelas es que personal especializado de la SEPyC, DIF, Secretaría de Seguridad y de Protección Civil, acudan no de manera tangencial, sino en forma suficiente y eficiente hasta encontrar el alivio emocional del alumnado.
La Comisión Estatal de los Derechos Humanos tiene en sus manos el material suficiente como para compartir una parte de las preocupaciones con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, para que a su vez participe en la búsqueda de no repetición de los hechos y de corregir conductas de servidores públicos de la federación; que por parte nuestra veremos el apoyo a víctimas en su patrimonio, en su salud física y mental a la población de parte de las autoridades del estado. De alguna manera del éxito de este esfuerzo puede convertirse en un modelo a seguir para aplicar en tantas comunidades sinaloenses que sufren el flagelo de la violencia en estos días. De nuestra parte a la preocupación planteada sumaremos la ocupación en la elaboración de propuestas y recomendaciones, buscando contribuir al alivio de la situación y la
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