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Territorios Baldíos

Territorios Baldíos


Rastros de la pandemia
Darío Fritz

La privacidad a la que tanto se ensalza en estos días, aupada por un individualismo pulverizador de asociaciones y colectividad, vive una doble vida, pura bipolaridad: se encapsula puertas adentro y cuando gana la calle se difumina a la velocidad de una bocanada de cigarrillo al aire libre.
Veamos. Puertas adentro, el mundo digital arremete con candados de contraseñas, huellas digitales, lectura del iris. En el celular, la tableta, la computadora, y su cuerpo de aplicaciones, plataformas, páginas web. Todo es cierto, necesario, importante. Pero de pronto nos llaman de un banco, una aerolínea, un hotel que quiere regalar algo. Alguien que simula el secuestro de un familiar, alguien que advierte ¿usted sabe lo que es el cartel de Tepito? Haces una búsqueda de información sobre amputaciones y te llega publicidad sobre medicinas y especialistas, el nuevo tratamiento con videojuegos, noticias sobre las pérdidas de los soldados ucranianos o los niños en Gaza. Se distribuyen imágenes íntimas que pueden llevar hasta el suicidio. Alguien nos usó y traicionó en el camino, sin saber la mayoría de las veces quién fue. Especulamos con cierta certeza de la voracidad económica de los dueños de los algoritmos digitales, de las infidencias internas de los bancos con sus archivos rebosante de datos personales o de la última suscripción en la que entregamos número de celular y correo electrónico. Los propietarios de nuestra privacidad son otros, aunque creamos lo contrario, los que nos engatusan sin posibilidad siquiera de chistar.
Puertas adentro, convivimos con los candados digitales y sus coladeras, urgidos y necesitados, presos de una adicción. Salidos al mundo exterior, la privacidad se transforma en mundanidad. El carnicero nos reconoce como cliente, el chofer del autobús nos mira al subir los escalones, el niño que pide unas monedas por mazapán nos habla, alguien saluda con un apretón de manos. El supuesto anonimato sufre la peor de las derrotas, que nos reconozcan, aunque para ello no se requiera la mediación de nombre y apellido.
Allí está la vida real. La isla de esa supuesta intimidad queda atada al bolsillo donde cabe el celular, la mochila que carga la tableta o la computadora. Aun así, algunos quieren hacernos creer, más por desidia, negligencia o corrupción, que no son parte de ese mundo real. Cuando los funcionarios de una fiscalía se niegan, se llaman a silencio o incumplen promesas de asistir a unas madres que buscan a sus hijos desaparecidos entre las matas del desierto, en ranchos, bares clandestinos, cárceles o morgues. Cuando la policía se ausenta para que el migrante sea secuestrado o el criminal extorsione. Cuando se minimiza el bullying en las escuelas. Cuando el feminicidio torna en muerte por asfixia. Cuando no se provee de medicinas a los hospitales. Cuando la autoridad hace la vista gorda a la cadena mafiosa del ambulantaje. Cuando ante el dolor, la miseria, el odio, las pérdidas de otros en las calles se interviene desde lejos para retratarlo en videos, selfies y fotos destinadas a un muro digital.
El realismo crudo no sabe de algoritmos, ni ficciones entre bytes y píxeles, ni de inteligencia artificial que modela el futuro. “La vida es de una elementalidad aterradora”, nos dice Jean Grosjean. “Cada mañana el alma se despierta desnuda, y el trabajo, el dolor, la gente y el desposeimiento del ser están de pie, de brazos cruzados, esperándola con la dura mirada de un examinador”. La pandemia, de la que se cumplen este marzo cinco años, no nos hizo mejores. Tan siquiera pensar que sí lo fue, alcanza apenas el destello de una lectura romántica para justificarnos.

@dariofritz.bsky.social
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Darío Fritz
Darío Fritz es periodista, editor y profesor de periodismo. Autor de “Con la muerte en el bolsillo” (Ed. Planeta) y en “El libro rojo” III (FCE).

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Sobre la autora

Araceli Domínguez

Productora Ejecutiva de Voces Ecológicas de la Frontera.
Periodista profesional con estudios de educación ambiental en CETYS Universidad y Fundación PROBEA
Diplomada en Derechos Humanos
Imparte cursos de educación ambiental, cultura del agua, la carta de la tierra, reciclaje, derechos humanos, libertad de expresión y análisis de riesgo.